Entre las personas más interesantes
que conozco, está quien ama el arte. Tanto su historia como sus
implicaciones en la cultura, o sea, la manera en que el ser humano se
manifiesta. Siempre hablar de arte nos arrincona en tratar de definirlo,
sobre todo cuando la plática se pone álgida. Poco antes de los
arranques sobre tendencias polémicas, pasamos por tratar
de definir la estética.
Es curioso, pero la estética no es un
concepto tan subjetivo como pareciera. En primer lugar, debemos
recordar que el valor estético es resultado de una apreciación
humana y el ser humano es parte de un proceso evolutivo (con perdón
de los creacionistas, claro). Es el ser humano, el que pone su pupila
como “vara de medida”. De ese modo calificamos algo de bello o
grotesco, de equilibrado o disonante, etc, etc.
LA PROPORCIÓN ÁUREA
Constantemente he manifestado que la
estética tiene una “unidad de medida”, dicho con mayor
precisión, la belleza tiene una “constante matemática”: LA
PROPORCIÓN ÁUREA (1.618). Dicho comentario y la subsecuente explicación,
deriva en una especie de iluminación espiritual y demás cosas esotéricas. Como si quisiera
convertir a la gente a una religión de la nueva era, donde todos
somos producto de un “gran arquitecto del universo”, como dirían
los masones.
Esta nota es para pedir que no me
malinterpreten. La proporción áurea y su desarrollo como serie de
fibonacci (en su expresión lineal) o como espiral logarítmica (en
su expresión polar), son recursos funcionales de la naturaleza.
El concepto básico de la Proporción Áurea y
la Serie de Fibonacci.
LAS ESTRUCTURAS NATURALES
El crecimiento de los árboles es una
batalla por la eficiencia. Cuidan su geometría para que las hojas no
se estorben entre sí, y la energía que gasta en crecer, se
aproveche en recibir más luz del sol. A la vez, el crecimiento
de las ramas cumple la serie de fibonacci y siempre en el sentido que
el Efecto Coriolis le indique (otro hermoso fenómeno natural, por
cierto).
Los caracoles, tienen esa geometría
derivada de la multiplicación exponencial de sus células al
reproducirse. Lo mismo con el acomodo de los pétalos y los pistilos
de las flores.
Nosotros, al formar parte de la
naturaleza, vemos sus construcciones como algo acogedor y funcional.
Por eso al construir o diseñar, procuramos obedecer las mismas
proporciones, pues de eso estamos hechos.
Hay quien ha tratado de extrapolar
todos estos comportamientos biológicos a las macroestructuras
físicas de la naturaleza por medio de la teoría de fractales.
Muchos ejemplos muy bien fundamentados por cierto, pero nuestros
sistemas de cómputo deben desarrollarse más para poder comprobar
que, efectivamente, lo que creíamos más caótico tiene en realidad
una estructura y un orden. Mientras tanto, la teoría de fractales es
una muestra más de la belleza de las matemáticas (las cuales no sé
si son físicas o humanas, pero definitivamente son otro hermoso
elemento natural, del que platicaremos cuando tenga un conocimiento
mínimo de ellas).
EL HEREJE TITUBEA
No digo que por esta aclaración, ya no crean en nada. Solo digo que la naturaleza tiene tantas maravillas, que no se detengan con la primera que les sorprenda.
De hecho, no tengo evidencia para negar que somos el amoroso resultado de una mente superior, aunque tampoco para negar que somos ratas en un laboratorio extraterrestre (O que el universo es cargado por una tortuga gigante, ya que estamos).
De hecho, no tengo evidencia para negar que somos el amoroso resultado de una mente superior, aunque tampoco para negar que somos ratas en un laboratorio extraterrestre (O que el universo es cargado por una tortuga gigante, ya que estamos).
Eso sí: Con enorme emoción concluyo, que
es el conjunto en sí de todos los fenómenos naturales, lo que trae
verdaderas experiencias espirituales. Todos los secretos de la
naturaleza juntos, al apreciarlos y admirarlos (incluso tratar de
entenderlos), son lo que sorprende y cautiva. Pensar que somos la
manera que tiene el propio cosmos para admirarse a sí mismo y ver la
pupila asombrada, que descubre cómo apunta sí es una experiencia
espiritual.
Escaramujo: El más grande himno
al conocimiento escrito
en el idioma español.
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